De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria.
Según narran los galicenses, o gallegos, y los Ortega y Pacheco se unieron a ella.
Cuenta la leyenda que van de visita a las casas para decirle a la gente que vive ahí que se va a morir alguien, hasta que intentaron entrar en la casa de Manuel Fraga y éste los despachó escopeta y guadaña en mano, y ya no ha habido Muerte que se atreva a llevarse al hombre. Desde entonces, simplemente montan un chiringuito con cubatas a 2 euros al lado de la carretera para favorecer el atropello de buitres, enemigo natural de la Santa Compaña.
Los miembros de esta organización pueden conocer el futuro porque viven hacia atrás, empezando por su fundador, Perico el de los Palotes, Juan de las Pitayas y Carmen de Mairena como "artista" invitada) dicen que así están bien, aunque no se descartan nuevos cambios.
Diversos autoproclamados expertos de todas las partes del mundo y parte del extranjero, que se aburrían en casa tras investigar la ubicación del coño del destino, relacionan esta organización con mormones, mojones, los frikis salidos de Crónicas Marcianas, y demás calaña, aunque por supuesto, estas fuentes son poco fiables debido al colocón que suelen pillar los susodichos expertos esnifando pegamento, urea y desechos fisiológicos.
Fundada en el año 1000 d.C, entre el 1 de Enero y el 30 y tantos de Febrero, por un Pujol, al que enseguida se unieron Roucco Varela y Aznar sin bigote.
En un principio, la Santa Compaña, que en esos tiempos se llamaba Cuánta Patraña, surgió como organización similar a la Inquisición, pero más suavita, debido a las múltiples quejas de los aldeanos hacia Manolo Escobar, que por aquel entones ya celebraba conciertos y contaba sus aventuras con los primeros Neandertales y Sofía Loren en las revistas y programas de corazón. Su repercusión fue más bien nula, pues el intento de sabotaje hacia Manolo robándole el carro no impidió que éste continuase con su gira. Este fracaso, unido a los pleitos entre la Santa Compaña y Torrente por las críticas que esta organización emprendió contra el Fari, y que desembocó en la Guerra de los Mil Años, provocó el abandono de Pujol, que decidió que meterse en política era más ameno y saludable.
Monseñor se negaba a abandonar el proyecto, pues en este marco había comenzado una relación estable con Jose Mari, y le traía buenos recuerdos. Alentado por sus convicciones cristiano-totalitaristas y la actitud fascista, xenófoba y antisemita de su pareja, aportó a todo este asunto un matiz católico infumable, reclutando entre sus filas a Francisco Franco y a Juan Pablo II, que ya estaba metido en la religión cristiana pero se aburría en el Vaticano. También contrató a Llongueras para que renovara su aspecto y les diera un aspecto más comercial que aumentase su popularidad.
Tras probar sin éxito unos cuantos miles de disfraces diferentes, un Llongueras desesperado determinó que sólo la muerte mejoraría sus correosas faces. Aprobando la idea, Varela, autoproclamado Jefe Supremo Magnificente Henchido y Más Supremo de la Santa Compaña, utilizó los fondos que quedaban, sacados de los presupuestos públicos, para contratar al Murdock, que ese día llevaba dos rayas de más. Por ello, en el año 1002 resurge la Santa Compaña, en este caso en plan secta, sin propósito fijo.
Un año después, la relación entre Aznar y Roucco no atravesaba su mejor momento, habiendo sido ambos protagonistas de escarceos con Franco y el Papa, respectivamente. El ambiente entre las almas era muy tenso, y tras unas cuantas cuchilladas, navajazos y demás, Roucco y Wojtila expulsaron a los otros dos miembros y comenzaron a reclutar almas. Éstas proliferaban en Galicia debido a que estaban llenas de chapapote y se veían mejor, así que allí fueron. Urdido por su furia interna, que no podía expulsar al completo en sus sesiones de sexo con Juanito, ideó una serie de costumbres que perduran hasta el día de hoy: más que nada por fastidiar, iban a casa de los moribundos a chafar el suspense, y de paso se cargaban a todo aquel con el que se cruzaban.
Después del fallido intento de asalto a la casa de Don Manuel, aparece Ratzinger como legítimo ideólogo de esta secta, elimina las tonterías de Roucco (al cual convence tras probar éste las delicias fálicas de Benedicto)y monta un bar en plena carretera. Como camarero, Ratzi recurre a Perico el de los Palotes, y para evitar la masiva afluencia de clientes, contrata a Carmen de Mairena como stripper.
El negocio les va bien y aporta buenas ganancias, suficiente para pagarle el saldo a IP anónima, a Quiribujito Popolino, Asdrulfo Moconete, y algunos miembros mas, igual de importantes.
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